> Asociación de Ex-alcohólicos de Fuenlabrada | Cartilla del Alchólico

Cartilla de Alcohólico

Por el Dr. Rafael Llopis Paret

  • El alcoholismo es una enfermedad
  • En qué consiste ser alcohólico
  • Cómo se hace uno alcohólico
  • Tipos de alcohólicos
  • Complicaciones del alcoholismo
  • ¿Se cura el alcoholismo?
  • ¿Qué hace falta para curarse?
  • La fuerza de voluntad
  • Tres puntos que hay que saber
  • Tres escalones que hay que subir
  • Pastillas o gotas para no beber
  • Internamiento
  • Seguir sin beber

El alcoholismo es una enfermedad

Es muy frecuente que los alcohólicos que vienen a la consulta nieguen serlo. A veces, su familia está destrozada, han perdido el trabajo, presentan mil trastornos (náuseas, temblores, falta de apetito, etc.)por culpa del alcohol y, a pesar de todo, niegan ser alcohólico.

¿Por qué no aceptan la palabra alcohólico? ¿Qué pasa con esta palabra?
En primer lugar, pasa que tiene una gran carga emocional. La palabra alcohólico es casi un insulto. Y a nadie le gusta que le insulten. ¡Demasiado sabe el alcohólico que lo que a él le pasa es que bebe en demasía! Pero si encima viene alguien y le suelta la palabreja en cuestión, el alcohólico reacciona generalmente de mala manera. Y es que el alcohólico se siente culpable porserlo y, al decirle que lo es, lo que hacemos es hurgar en su herida, hacerledaño. Y, claro, él reacciona con una violencia proporcional a su dolor.

Pero, sin embargo, hay que decírselo, porque es menester llamar a las cosas porsu nombre. Al alcohólico hay que decirle que lo es. Pero, al mismo tiempo, hay que hacerle ver que él no tiene la culpa, y que no debe sentir vergüenza alguna.

En qué consiste ser alcohólico

Aparte de la carga emocional de la palabra alcoholismo, hay una gran falta de información sobre lo que es dicha enfermedad. Los alcohólicos, avergonzados, se niegan a que les cuelguen la etiqueta humillante y siempre encuentran razones para demostrar que ellos no son lo que se les dice:
- ¿Alcohólico yo? ¡Si no me emborracho en la vida!
- ¿Alcohólico yo? ¡Si lo fuese, no podría desempeñar un cargo deresponsabilidad como el mío!
- ¿Alcohólico yo? ¡Estuve un mes en el sanatorio y no eché de menos la bebida!
E incluso:
- ¿Alcohólico mi hijo? ¡Si bebe lo normal!
Hasta el alcohólico hundido, destrozado, vagabundo, pordiosero, conoce a otros que están peor que él:
- ¡Esos sí son alcohólicos! Yo no. A mi sólo me gusta tomar unas copitas ...

¿Qué es, pues, ser alcohólico? ¿Es tener náuseas y temblores, estar enfermo del hígado, faltar al trabajo ypelear con la esposa? No. Estas son consecuencias del alcoholismo, pero no elalcoholismo en sí.

Entonces ¿qué es ser alcohólico? ¿es beber alcohol? ¿es beber demasiadoalcohol? ¿es emborracharse?
Efectivamente, el alcohólico bebe alcohol, suele beber demasiado alcohol y amenudo se emborracha. Pero hay personas que beben alcohol y hasta que se embriagan a menudo y no son alcohólicas. Lo característico del alcohólico esque no se puede quitar de beber o, como decimos nosotros, que ha perdido la libertad de poderse abstener del alcohol. ¿Qué quiere decir esto? Veámoslo.

Una persona que no sea alcohólica tiene la libertad para beber o para no beber.Una persona normal domina al alcohol y nunca pierde las riendas de él. Si se tercia, bebe; si no se tercia, no bebe. Bebe cuando su voluntad le permitebeber, cuando su conocimiento se lo autoriza.
En cambio, el alcohólico ha perdido las riendas del alcohol. Ya no es él quienmanda, sino el tóxico. El alcohólico -aunque a menudo trate de engañarse a símismo- sabe que debería dejar de beber, pero no puede. Aunque comprende que le hace daño, está prisionero en el mundillo del alcohol y es impotente para salir.

Naturalmente, el alcohólico suele tratar de engañarse a sí mismo y lo consiguecon bastante frecuencia:
-¿Quién dice que yo no puedo dejar de beber? ¡Yo dejo de beber en cuantoquiera! Lo que pasa es que no veo ninguna razón para dejarlo.
Se hace así ilusiones de que él bebe porque quiere -cuando, en realidad, bebe porque no puede evitarlo- y acalla la voz de su conciencia que le dice:
- Eres un esclavo.
Para que se entienda bien lo que es un alcohólico, voy a poner un ejemplo muyfácil. El alcohólico es al alcohol lo que el fumador es al tabaco.
También el fumador ha perdido la libertad de no fumar. También el fumador fumaobligado por su propio deseo invencible. Tampoco el fumador puede vivir sintabaco.
Entonces, ¿por qué el fumador no se avergüenza de serlo? ¿por qué la palabrafumador no suena a insulto?
La diferencia radica en el índole de las complicaciones. El tabaco tambiéntiene complicaciones graves: puede favorecer el cáncer y el infarto demiocardio. Pero el tabaco nunca degrada moralmente a la persona, nunca lahumilla, nunca la destroza socialmente. El fumador puede morir por culpa deltabaco. Pero muere siendo un hombre. El alcohólico en cambio, antes de morir,pierde la moral, se degenera, se convierte en un ser odiado hasta por sushijos. Y cuando muere al fin, no es un hombre, sino una piltrafa humana.

Cómo se hace uno alcohólico

Hay dos grandes grupos de alcohólicos, en cuantoal origen de su enfermedad.
Los primeros son personas atormentadas, angustiadas o deprimidas o personas quehan sufrido graves penalidades o disgustos en la vida. Estas personas observan que, cuando beben, al alcohol les da alegría y se olvidan de sus problemas. Y, por lo tanto, cada vez recurren a él con más frecuencia para buscar alivio. Hasta que por fin llega un momento en que, sin saber bien cómo, ya no se puede pasar sin el alcohol.

Los segundos, en cambio, no han empezado a beber porque tuvieran problemas,sino, sencillamente porque todo el mundo bebe. Desgraciadamente es muy frecuente en nuestra patria que den vino (o quina) a los niños, los cuales se acostumbran a beber alcohol desde la infancia y luego no pueden dejarlo nunca. Otros empiezan a beber en la adolescencia. Son jóvenes normales, sin problemas, que beben por alternar con los amigos o compañeros. Poco a poco van bebiendo hasta que llega un momento en que no pueden prescindir del alcohol. En España,donde se consume una cantidad terrible de alcohol en todas partes y a todas horas, la mayor parte de los alcohólicos pertenecen a este grupo.

En otras palabras, los primeros dependen psíquicamente del alcohol. Los segundos tienen un tipo de dependencia física. Pero, con el tiempo, los dos tipos de alcohólicos acaban por depender a la vez psíquica y físicamente del alcohol.

Me explicaré:
La persona atormentada que bebe para aliviarse, lo hace por motivospsicológicos. Por eso decimos que su dependencia del alcohol es de tipopsíquico.
Pero un detalle que se olvida muy a menudo es que el alcohol es tóxico queproduce hábito. En términos médicos, la palabra hábito tiene un sentido algodistinto del corriente. Nosotros, cuando decimos que un tóxico produce hábito,queremos decir que entra a formar parte de una serie de ciclos metabólicos delorganismo y que llega un momento en que éste lo necesita para poder funcionar.
Es lo mismo que sucede, por ejemplo, con la morfina. Si empezamos a ponermorfina a un sujeto normalísimo, llega un momento en que éste la necesitaporque se la pide el cuerpo y, si le falta la droga, se encuentra físicamentemal. Con el alcohol pasa igual. El joven normal que bebe porque el único sitioque hay donde alternar es el bar, acaba por introducir el alcohol en su metabolismo.El alcohol se convierte en un ingrediente necesario para su vida orgánica. Y,cuando le falta, se encuentra mal, tiene temblores y náuseas y se ve obligado abeber de nuevo para volver a su estado normal.
Pero, como es natural, esta necesidad física se refleja en sus deseos psíquicosy por eso digo que la dependencia física del alcohol acaba por dar lugartambién a la dependencia psíquica.
Y al contrario, el que bebe por alegrarse también acaba por habituar suorganismo al alcohol y, por lo tanto, a necesitarlo físicamente.
Ahora se ve con toda claridad que el alcohólico no es un sinvergüenza, sino un enfermo.

Tipos de alcohólicos

En líneas generales, así como hay dos caminos queconducen al alcoholismo, hay también dos tipos de alcohólicos. Pero como, al final, los dos caminos se encuentran, hay un tercer tipo de alcohólico que esla síntesis de los dos anteriores y que constituyen el único grado dealcoholismo.

El alcohólico del primer grupo es el que empieza a beber por motivos psíquicospersonales. Este sujeto no necesita beber todos los días y, naturalmente,cuando le decimos que es alcohólico, pone el grito en el cielo y dice que él nolo es porque puede pasar días y días sin beber. Eso es cierto. Pero también loes que hay determinados días en que se ve impulsado a beber aunque no quiera.Este tipo de alcohólico suele ser intermitente o periódico, que habitualmenteno bebe, pero que, en cuanto se toma una o dos copas, se descontrola y no puededejar de beber hasta llegar a la embriaguez completa. A menudo empalma unaborrachera con otra y se pasa así unos pocos días, al cabo de los cuales seencuentra al fin <> de sus angustias, deja de beber yreanuda su vida normal.

Este alcohólico intermitente tarda mucho en alcoholizarse. Tengo que señalar aquí que no es lo mismo ser alcohólico que estaralcoholizado. Ser alcohólico es sentir (siempre o de vez en cuando) unaapetencia irreprimible por el alcohol. Estar alcoholizado es sufrir una seriede daños a consecuencia del exceso de alcohol ingerido.

El alcohólico intermitente, como he dicho, tarda en alcoholizarse. Cierto esque coge unas borracheras terribles, pero también es cierto que luego se pasadías y días sin catar una gota de alcohol, gracias a lo cual su organismo selimpia, se depura y se mantiene en buena forma. En cambio, lo corriente es queeste tipo de alcohólico sufra graves complicaciones sociales: que deje eltrabajo o que lo echen, que cometa robos, crímenes u otros delitos y que, portanto, acabe en la cárcel.

El alcohólico del segundo grupo es el que empieza a beber por alternar. Estesujeto no se suele emborrachar nunca o casi nunca. Al beber todos los díasdesde niño o joven, su organismo se acostumbra al alcohol y lo necesita, pero,al mismo tiempo, lo aguanta aún en grandes cantidades. Cuando decimos a estosenfermos que son enfermos que son alcohólicos, también ponen, como losanteriores, el grito en el cielo, diciendo que no es posible que ellos seanalcohólicos, porque nunca se han emborrachado. Pero también es cierto que ni unsolo día de su vida pueden dejar de beber.

Se me dirá que, según esto, en España hay infinidad de alcohólicos. Y yoresponderé que, en efecto, así es. En España, por desgracia, hay infinidad dealcohólicos. Y, como he dicho, es éste tipo de alcohólico que más abunda.

El alcohólico que bebe a diario y no se emborracha, se alcoholiza pronto. Notarda en encontrarse mal cuando le falta el tóxico, en tener por las mañanastemblores y náuseas que se calman cuando se bebe alcohol. Y, con el tiempo, acabapor tener graves lesiones de hígado, impotencia sexual y celos patológicos.Estos enfermos no suelen acabar en la cárcel, como los anteriores, sino en elhospital o en el manicomio.

Ahora bien, como he dicho, los dos tipos descritos convergen en un tercer tipo.El alcohólico que no bebe nunca, pero que cuando bebe se embriaga, acaba porirse embriagado cada vez más a menudo. El que no se embriaga, pero bebe adiario empieza a embriagarse y a embriagarse cada vez más. Y al final, ambostipos confluyen en un tercer tipo: el alcohólico que bebe todos los días y seembriaga todos los días. Este es el último grado del alcoholismo en él se datoda clase de complicaciones a la vez.

Pero hay un detalle muy importante que quiero señalar aquí: una vez que unapersona se alcoholiza -cualquiera que sea el camino que haya seguido- ya hatraspasado una frontera invisible. Ya es alcohólica, ya ha perdido la libertadde beber o no beber. Ya ha perdido las riendas del alcohol. Ya está esclavizadapor éste.

Por muy distintos que sean sus motivos o sus circunstancias, todos los enfermostienen en común su enfermedad: todos son alcohólicos.

Complicaciones del alcoholismo

Nosotros dividimos las complicaciones del alcoholismo en tres grandes grupos: mentales, corporales y sociales.

Entre las complicaciones mentales, la más frecuente es la paranoia de celos. Al principio, los enfermos empiezan a pensar, sólo cuando están bebidos, que sumujer les engaña. Luego, poco a poco, aún sin estar bebido, el enfermo semuestra celoso de todo el mundo, a veces hasta de sus hijos. Por fin el enfermoacaba convencido de que su mujer le engaña - con uno o con varios- y, desdeeste momento, se le debe considerar como un enfermo mental y además como unenfermo mental peligroso, porque no es raro que atente contra la vida de suesposa.
Tiene mucho interés destacar que los enfermos con celos suelen "dar lavuelta" a la causa y al efecto y explicar que beben para olvidar que sumujer le engaña, cuando lo que sucede es precisamente todo lo contrario: creenque su mujer les engaña porque el alcohol les ha afectado el cerebro.

Pero, además de los celos, el alcohol puede producir toda clase de enfermedadesmentales. De ellas, las más características son la alucinosis alcohólica odelirium tremens.
En las alucinosis, los enfermos oyen voces terribles que los insultan oamenazan. En el delirio, ven monstruos, animales y seres terroríficos. Eldelirium tremens es como una pesadilla horrible, pero vivida en la realidad, esdecir, estando el enfermo despierto. Es, a la vez, una grave enfermedadcorporal y hay muchos enfermos que mueren a causa del delirium tremens. Enalgunas regiones españolas, el "delirium tremens" se haconvertido en una causa muy frecuente de muerte.
Por último, el alcohol acaba por destruir la mente de los enfermos, los cualespierden su inteligencia y quedan como idiotas, reducidos a una vida vegetativa.

Las complicaciones mentales, en realidad, forman un caso particular de lascomplicaciones corporales, ya que el cerebro es un órgano como otro cualquiera.Nosotros hemos comprobado que las complicaciones mentales y corporales suelendarse juntas y se deben a la alcoholización, es decir, al efecto del alcoholsobre el organismo.Otras complicaciones corporales, que tambiénafectan al cerebro, son las hemorragias, los ataques epilépticos, etc, etc. Elcerebro es uno de los órganos que más sufren a consecuencia del alcohol.

Pero el alcohol también ataca al resto del organismo. En el hígado produceprimero trastornos biliares y acaba por determinar una cirrosis hepática,enfermedad que, una vez declarada, suele ser gravísima y a menudo mortal. En elestómago produce una gastritis, que tiene la culpa de que el enfermo alcohólicopierda el apetito por completo. También produce neurosis con dolores, calambresy, a veces, hasta parálisis.

Otro órgano muy atacado por el alcohol es el aparato genital. El alcohol sefija en los testículos y actúa, como todos los tóxicos, produciendo unaexcitación y luego una depresión funcionales. Durante largo tiempo, elalcohólico es un hombre muy excitable que hace el coito una o varias veces aldía hasta que, de repente por regla general, se vuelve impotente. Estaimpotencia suele desaparecer cuando el enfermo deja de beber, pero si no lohace, se vuelve definitiva, porque se produce una atrofia de los testículos.En general, puede decirse que no hay órgano alque no ataque el alcohol.Las complicaciones sociales dependen no sólo delalcohol ingerido, sino también de la forma de beberlo, de la personalidadanterior del alcohólico y de su situación social. Las más frecuentes son lasriñas con la familia y los trastornos en la esfera del trabajo.

En general la esposa no soporta al marido embriagado, que además quiere haceruso del matrimonio a todas horas. Esto da origen a disputas agrias, a las quese añaden los celos de él y los reproches de ella por el poco dinero queentrega para la casa. Es frecuente que el hogar del alcohólico acabe divididoy, a veces, separado totalmente y que el enfermo acabe por granjearse inclusoel odio de sus hijos.

En el trabajo, es corriente que el enfermo falte los lunes, porque está conresaca, y que en el centro donde trabaja le llamen la atención varias veces yterminen por echarle al fin. Otras veces es el propio enfermo el que abandonasu puesto de trabajo para evitar la reprimenda de sus jefes. El caso es que,con mucha frecuencia, el alcohólico termina sin trabajo o desempeñando puestosinferiores a su categoría. Pronto asoman la miseria, el hambre y, a veces, loshurtos, la policía y la cárcel.

Otra complicación social frecuente es la riña. Hay alcohólicos que se vuelvenpendencieros e inmorales y suelen también acabar en comisarías, juicios defaltas y cárcel.
Pero las complicaciones sociales también están muy unidas a las mentales y alas corporales. En realidad, tanto unas como otras no son más que facetas distintas de un mismo problema: el que plantea el hombre dominado por el alcohol.

¿Se cura el alcoholismo?

Hasta aquí he hablado de lo que es la enfermedad alcoholismo y de sus inevitables complicaciones. Pero la medicina tiene una finalidad última: curar. Si el alcoholismo es una enfermedad, debe caer en la jurisdicción del médico. El alcohólico no es un canalla, sino un enfermo y, por tanto, es al médico al que le toca tratar con él.
Pero, ¿se puede curar un alcohólico?
Si y no.
Veamos qué quiere decir esto.

Yo siempre pongo a los enfermos un ejemplo: el del miope.
Veamos el ejemplo del miope. Imaginemos a un hombre que ve mal y que, a consecuencia de ello, sufre doloresde cabeza y mareos. Un día va al oculista y éste descubre que lo que tiene esmiopía. Le receta unas gafas, el enfermo las empieza a usar y desde entonces ve bien y no vuelve a tener dolores de cabeza ni mareos. Pues bien, este enfermo ¿está curado o no?
-Hombre, si ve bien y se encuentra bien, si que está curado -se me puede decir.
Y efectivamente lo está. Pero hay un pequeño detalle que quiero subrayar: quetiene que usar gafas, que, si se las quita, vuelve a encontrarse mal. Luego, enun sentido, ni se ha curado ni se va a curar. Pero si ve bien y se encuentra bien, si se acostumbra a llevar gafas hasta el punto de que éstas no le molesten en absoluto, ¿qué más da que esté totalmente curado?.
Lo mismo pasa con el alcohólico. El alcohólico se cura porque se repone físicay mentalmente, porque se pone fuerte y come bien, porque no le duele nada,porque se lleva bien con su familia y con la sociedad, porque recupera la situación y la estima que había perdido, etc. En una palabra, el alcohólico secura por completo de las complicaciones del alcoholismo y vuelve a ser unhombre feliz.
Pero, por otra parte, el que ha cruzado las fronteras invisibles del alcoholismo, el que -por un camino o por otro- ha llegado a ser alcohólico, lo será durante toda su vida. En este sentido, el alcoholismo no se cura jamás. El alcohólico, como el miope, tiene que llevar siempre puestas unas gafas: en elcaso del alcoholismo, tales "gafas" consisten en no beber una gota de alcohol.

De este modo, el alcohólico será un alcohólico que no bebe (como el miope seráun miope que ve bien) será un alcohólico que se acostumbrará a no beber y noechará de menos el alcohol (como el miope se acostumbra a llevar gafas y seolvida de que las lleva).
El alcoholismo, pues, vivirá aletargado en el alcoholismo y no dará ningunaseñal de vida. Pero, en el momento en que vuelva a probar una gota de alcohol,el demonio del alcoholismo despertará en su interior y (como le sucedería almiope si perdiera sus gafas) volverá a producir las mismas complicaciones queantes -los mismos temblores, los mismos celos, las mismas riñas- porque el alcoholismo propiamente dicho no se cura jamás.
Del mismo modo, si el fumador que se ha retirado del tabaco vuelve un día aaceptar un cigarrillo, está condenado de nuevo a volver a fumar. Del mismo modo, el fumador que se retira del tabaco siempre será fumador -eso si- pero un fumador que no fuma.
Pues bien, la misión del médico, en cuanto al alcoholismo, es convertiralcohólico que bebe en un alcohólico que no bebe.

¿Qué hace falta para curarse?

Para curarse del alcoholismo, lo único que hacefalta es dejar de beber alcohol.
Pero, claro, como el alcoholismo consiste precisamente en no poder dejar debeber alcohol, resulta que para poderse curar es menester estar curado ya. De modo que, dicho así el remedio de esta enfermedad es no tenerla, lo cual es absurdo. Pero yo voy ahora a intentar aclarar este galimatías para que se veaque esta solución no sólo no es absurda, sino que es la única posible.

El que realmente no puede salir del círculo vicioso de la enfermedad es el propio alcohólico abandonado a sí mismo. Para que el alcohólico dejase de beber por su propio esfuerzo haría falta que no fuese alcohólico (o que tuviese unaenorme fuerza de voluntad, lo que viene a ser casi lo mismo). Pero desde el momento en que el alcohólico reconoce que él es un enfermo y acude al médico,ya interviene un nuevo factor; el propio médico, cuya primera obligación es precisamente romper ese círculo vicioso. Lo que el alcohólico no puede hacer por sí sólo, si es capaz de hacerlo con ayuda de un tratamiento adecuado.
Analicemos ahora los elementos y las actitudes necesarios para combatir elalcoholismo.

Lo primero y lo más importante que tiene que poner el enfermo de su parte es su deseo consciente de curarse.
Es frecuente en la consulta que acudan enfermos alcohólicos que echan la culpa de sus males a todo menos al alcohol. Si tienen vómitos por la mañana es porque fuman demasiado, si comen poco es porque han sido de poco comer, si se llevan mal con su esposa es porque ésta es insoportable, si les echan del trabajo es porque los tiempos están muy mal, si les duelen las piernas es porque tienen reuma, si les tiemblan las manos es porque están intimidados por la presencia del médico. Al decirles que todos esos síntomas que refieren son debidos alalcohol, contestan categóricamente que no, porque ellos beben "lo normal" y lo han bebido desde niños y nunca les han pasado estas cosas hasta hace dos años. No comprenden, o no quieren comprender, que, a fuerza de ir a la fuente, llega un momento en que el cántaro se rompe.
-Pero bueno, vamos a ver -suelo decir a estos enfermos-, ¿usted a qué ha venidoa la consulta?
-Yo -responden-, porque se ha empeñado mi mujer. Pero a mi no me pasa nada.
Estos son los enfermos que no se curan. Lo primero que hace falta para curarsees desearlo conscientemente. Para ello es preciso reconocerse enfermo y ser plenamente sincero. A estos enfermos que vienen a consulta "obligados por su mujer", le digo:
- Si usted no se considera enfermo, no tiene que venir al médico. Váyase y vuelva cuando usted, sin que nadie le obligue, decida que quiere curarse.

He aquí, en cambio, lo que dice el enfermo que se cura:
- Mire usted, a mi todo lo que me pasa es por culpa del vino. Yo sé que me tengo que quitar de beber, pero no tengo fuerza de voluntad para ello.
Este es el enfermo que se cura porque es lo bastante sincero para reconoce su enfermedad sin engañarse a sí mismo. En una palabra, se cura porque se quiere curar. El no tener fuerza de voluntad no es un obstáculo. Cuando viene un enfermo alcohólico a mi consulta, ya sé que no tiene fuerza de voluntad y cuento con ello. Porque en esa falta de voluntad es precisamente donde radica su enfermedad. Si la tuviera, no sería un alcohólico o no habría venido a la consulta, porque se habría quitado él solo de beber.

La fuerzade voluntad y el conocimiento

Yo suelo comparar la fuerza de voluntad y la fuerza muscular.
Supongamos que hay que subir a lo alto de una montaña (la montaña simboliza eldejar de beber). Imaginemos que la montaña tiene, por uno de sus lados, unenorme precipicio cortado a pico. Querer dejar de beber sólo a base de fuerzade voluntad es como querer subir a pulso por el precipicio a la cima de la montaña.

¿Es posible? No. Quizá lo consiga uno de cada mil, de cada diez mil o de cadacien mil. Pero, para hacerlo, es menester ser un atleta extraordinario. Casi todos los que lo intenten van a fracasar y, lo que es peor, se van a estrellaren el fondo del abismo.

Pues bien, siguiendo con el ejemplo, la misión del médico es reconocer sendas y pasos no muy empinados, que den vueltas y revueltas, que sean a veces largos, pero que conduzcan a la cima sin grandes peligros ni fatigas. Ya que el enfermo alcohólico carece de la fuerza necesaria para subir a pulso la montaña por sucara más difícil, lo que debe hacer es ponerse en manos de un guía que le enseñe el camino mejor para alcanzar la cumbre, este camino es largo y, en algunos momentos, va a ser duro. Surgirán rocas o pasos difíciles que exigirán un esfuerzo muscular, pero no es lo mismo tener que recurrir de vez en cuando ala fuerza que confiar única y exclusivamente en ella.

Los médicos somos eminentemente prácticos. De lo que se trata aquí no es de hacer una heroicidad, sino de conseguir un objetivo con las mayores garantías posibles. Los cementerios están llenos de héroes. La misión del médico es salvar vidas. A nosotros no nos interesa que el enfermo se enorgullezca de haber hecho lo más difícil, sino que se cure.

Tres puntos que hay que saber

Así, pues, en vez de fuerza de voluntad hacefalta conocimiento.
El conocimiento empieza por saber que el alcohol es dañino. Pero esto ya lo suele saber el alcohólico, porque lo ha experimentado en su propia carne. Lo que él desea es que le aclaremos el camino para apartarse de él.

Es muy frecuente que el alcohólico crea que, gracias a un tratamiento médico, va a ser capaz de poder beber moderadamente. Casi todos los alcohólicos desean seguir bebiendo, pero sin exceso. Y es necesario desengañarles desde un principio. La experiencia médica demuestra que un alcohólico es incapaz debeber moderadamente. Con una gran fuerza de voluntad, podrá aguantar unos pocos días, una semana, un mes, bebiendo moderadamente. Pero el camino vertical de la fuerza de voluntad conduce a la caída en el abismo. Al cabo de días o desemanas de beber moderadamente, el alcohólico vuelve a beber en exceso, como antes, pero además carga con un nuevo fracaso y se desmoraliza más.
Por lo tanto, ya tenemos un punto bien señalado: el alcohólico ha de saber que el único camino es dejar de beber del todo.

Otros enfermos, aún convencidos de esto, pretenden quitarse de beber poco apoco. ¡engaños del alcohol otra vez! Este "poco a poco" que parece tan fácil es, en realidad, mucho más difícil: es imposible. El enfermo ignorante que emprende esta vía (también a base de fuerza de voluntad) se agota en su lucha cotidiana contra el hábito de beber. Cada día bebe, en efecto, unpoquito menos que el anterior, hasta que, agotado por el terrible esfuerzo de subir a pulso, sus músculos ceden cae al abismo: en este caso a desquitarse, mediante una borrachera fenomenal, de las angustias de lucha pasada. Y peoraún: confirma así su cómoda teoría de que él es incapaz de abandonar el alcohol y justifica así el seguir bebiendo.
Por lo tanto, ya tenemos señalado el segundo punto: el alcohólico debe saberque el único camino es dejar de beber de repente.

Por último, hay algunos enfermos que sabiendo que han de dejar el alcohol del todo y de repente, abrigan la esperanza de curarse algún día y poder volver a beber con moderación en el porvenir. Pero ahora viene otra ver mi anterior ejemplo de las gafas. El alcoholismo propiamente dicho -la pérdida del control sobre la bebida- no se cura nunca. Queda, como si dijéramos, aletargado. Pero, en el momento en que el enfermo vuelva a probar una gota de alcohol, el demonio del alcoholismo se despierta. Es como si el miope, notando que ve bien, se creyera curado y tirara sus gafas. Se encontraría con la desagradable sorpresade que sigue siendo miope. Lo mismo sucede a los alcohólicos cuando, después de varios años sin beber, vuelven a tomar una copa, un chato o una caña. Pronto tienen ocasión de comprobar, con mucho dolor en general, que siguen siendo igual del alcohólicos que antes.

Esta penosa comprobación puede ser rápida o lenta. A veces, el alcohólico que bebe después de una temporada de abstinencia siente pronto tal ansia de alcohol que, inmediatamente después de la primera copa, sigue bebiendo hasta la embriaguez total. Pero lo corriente es que la recaída sea más solapada. Después de una temporada de no beber, el alcohólico, un día, creyéndose curado o pensando que la cosa no tiene importancia, se toma una caña de cerveza. Naturalmente, no le sucede nada de particular y se va a su casa convencido de que, de vez encuando, se puede tomar una cerveza. Pronto se vuelve a presentar la ocasión, y cada vez lo hace con mayor frecuencia. Y poco a poco, el alcohólico retorna a sus viejos hábitos como si el tiempo no hubiera transcurrido.

Y éste es el tercer punto que ha de saber el alcohólico: es menester dejar elalcohol para siempre.
Para curarse, el alcohólico debe dejar de beber del todo, de repente y parasiempre
Si el enfermo se desengaña a estos tres respectos, o sea, si sabe el modo dedejar de beber, lleva ganada la mitad del camino. Pero la otra mitad es dura: ¿cómo cortar del todo y de repente con el alcohol?.

Tres escalones que hay que subir

Este es el primer obstáculo donde va a ser preciso recurrir a la fuerza de voluntad del enfermo. El camino suave y ondulado que conduce a la cima delmonte se halla cortado por un bloque de roca muy grande. No hay más remedio que subir a él.
Sin embargo, si el enfermo sabe, su voluntad se fortalece. El enfermo que sabe ya empieza a tener fuerza de voluntad. Pero volvamos a la gran roca.

Los enfermos más fuertes podrán subir de un salto. Pero muchos tendrán que dar un pequeño rodeo y subir a la roca mediante un escalón intermedio. Y unos pocos, los más débiles, tendrán que dar un rodeo mayor y subir dos escalones antes de pisar lo alto de la roca. La fuerza de estos débiles, sin embargo,será precisamente saber que son débiles y que, por lo tanto, han de dar unrodeo mayor o menor. La fuerza de estos débiles es sustituir el heroísmo de relumbrón por una labor callada y tenaz.
Pero todos ellos tienen que subir a la roca, porque ésta equivale a dejar de beber de repente y del todo. No hay modo de evadirse de este esfuerza. Todo el tratamiento reposa sobre esta base.
Los que tienen fuerza para subir de un salto son los que son capaces de pasarse una semana sin beber. Yo pregunto siempre a los enfermos si son capaces de estarse una semana sin beber. Si dicen que si, yo les digo que se la estén y que después hablaremos. Si efectivamente, lo consiguen y no beben durante esa semana (que es la peor), la siguiente les será más fácil seguir sin beber. Ya estarán encima de la roca y el camino volverá a ser más fácil para ellos. Si fracasan, el daño no es grave (apenas unas desolladuras) y entonces se les conduce al escalón intermedio, que es el de las pastillas o gotas para no beber.

En aquellos en los que fracasan las pastillas o gotas para no beber, hay que recurrir al tercer escalón: el ingreso en un sanatorio u hospital.

La finalidad de los tres escalones es la misma: que el enfermo deje de beber y siga luego sin beber. Los más fuertes subirán de un salto los tres. Los medianos se saltarán uno. Los más débiles tendrán que empezar por el más bajo. Pero en los tres casos se trata de lo mismo: de que, por el procedimiento que sea, el enfermo deje de beber y vaya acumulando días sin beber. Cada día que pasa, una vez abandonado el alcohol, el mundo del enfermo cambia, su deseo de beber varía, desaparecen unos problemas y se plantean otros. Una vez roto el círculo vicioso, los cambios se aceleran y el enfermo entra en un periodo de saludable crisis. Al cabo de sólo una semana de no beber, las cosas han cambiado ya, porque el mundo del alcohólico está determinado fundamentalmente por el propio alcohol y, al faltar éste, todo lo demás se modifica. Por eso, al enfermo que se considera capaz de pasar una semana sin beber, yo le digo que lo haga. Y que no piense en el futuro, porque, al cabo de una semana, ya no va aser como él se lo imagina.
En esto consiste saltar directamente al tercer escalón. Ahora veremos en quéconsiste el segundo y el tercero.

Pastillas o gotas para no beber

Estos medicamentos constituyen el segundo escalón.
Se trata de unas pastillas o de unas gotas que no hacen ningún efecto en el organismo mientras no se beba alcohol. Pero, si se bebe, entonces se produce un choque terrible y es enfermo se pone a morir. Como se ve, estos medicamentos sirven para suplir la fuerza de voluntad que no tiene el enfermo. Este se toma las pastillas o las gotas y ya sabe que no puede beber alcohol. Hay que hacer, por tanto, mucho hincapié en que jamás deben darse medicamentos sin que lo sepa el propio enfermo. Han de tomarse voluntariamente, en forma plenamente consciente y deliberada.
Tomarlos es como estar encerrado en un sanatorio, porque el que los toma no puede beber alcohol. Pero es estar encerrado sólo en lo que se refiere a la bebida.

El enfermo entra y sale, va al trabajo, alterna con sus amigos, frecuentaincluso su bar o tertulia, pero no debe beber alcohol.
Las pastillas o gotas para no beber, como es natural, no entienden si el enfermo ha tenido un gran disgusto que le obliga a beber o una gran alegría que hay que celebrar con vino. Tampoco entiende si es nochebuena, o la boda de fulanito, o el bautizo de la hija de menganito. Estos medicamentos ignoran todas las sutilezas con que el alcohólico pretende engañarse a sí mismo. Para ellos el alcohol es alcohol, vaya servido en forma de sidra, de cerveza, de vino, devermouth, de quina, de jerez, de anís o de vodka. Incluso la pequeña cantidad de alcohol que contiene el vinagre desencadena la terrible reacción.
Y es que, naturalmente, el enfermo alcohólico tiene que dejar de beber toda clase de alcohol.

Y el que ha tomado estas pastillas o gotas se tiene que aguantar sin beber, por muchas ganas que tenga de hacerlo.
Si no las hubiera tomado, a lo mejor se bebía "una cañita sólo" y luego venían otras dieciséis después, mas luego vinos, algún vermouth y porfin, bebidas exóticas ya en plena euforia alcohólica.

De modo que, gracias a estos medicamentos, el enfermo se acostumbra a vivir sin beber. Y lo hace en la calle, en el bar, con sus amigos y compañeros, es decir, en el mismísimo escenario de sus triples hazañas alcohólicas. De esta manera se agotan sus reflejos condicionados y se desintegran sus esquemas de conducta alcohólicos. Las pastillas o gotas para no beber son, como decía uno de misenfermos, un par de muletas que te ayudan a andar mientras las piernas cogen fuerza. Al cabo de un plazo de tiempo que determinará el médico, el enfermo podrá dejar de tomar estos medicamentos. Ya habrá recuperado su dominio de sí mismo y podrá vencer, sin ayuda química, la tentación de beber, porque, durante el tiempo que ha estado sin beber, la tentación se ha ido debilitando y su voluntad se ha ido robusteciendo.

Si fracasan con pastillas o las gotas para no beber, bien porque el enfermo beba aunque se ponga malo, bien porque el enfermo no sea capaz de hacer ni el mínimo esfuerzo que representa tomar unas pastillas o unas gotas (porque de ese modo, naturalmente, puede beber), entonces hay que empezar el tratamiento por el escalón más bajo.

Internamiento

Aparte con los casos de enfermedades mentales o corporales de origen alcohólico, es decir aparte los casos de complicaciones de alcoholismo, sólo se debe internar a los alcohólicos cuando no sean capaces de dejar de beber en libertad, ni aún con ayuda de los medicamentos citados.

En tales casos de internamiento debe ser de breve duración, para que el enfermo pase encerrado y sin poder beber los primeros días de abstinencia, aquellos en que su deseo de alcohol es más poderoso. Pero, en cuanto pasen estos días, el enfermo, fortalecido por el tratamiento que se le haya administrado en el hospital, deberá subir al segundo escalón, al de las pastillas o gotas, esdecir, a dar la batalla en la calle, que es donde en definitiva la va a ganar.

Y luego, más adelante, podrá a su vez, dejar estos medicamentos, porque ya se hallará en lo alto de la roca.

Seguir sin beber

Una vez retirado del todo y de repente del alcohol, el enfermo tiene que seguir para siempre sin beberlo. Hasta aquí, el camino ha sido abrupto, corto y difícil. A partir de aquí será largo y fácil.
Hasta aquí, el enfermo ha tenido que ser ayudado por medicamentos: no sólo las pastillas o las gotas citadas, sino vitaminas, extractos hepáticos, tranquilizantes, colagogos, sueros, etc.

Pero cuando el enfermo ha superado ya la primera y gran roca del principio, empieza a encontrarse bien, fuerte, despejado y sin ganas de beber. Al cabo decierto tiempo, el propio enfermo llega espontáneamente a aborrecer el alcohol, sintiendo hasta náuseas ante su olor.

Pero si, por la razón que sea, el enfermo vuelve a probarlo, el aborrecimiento se tornará deseo otra vez. Por eso, el tratamiento del alcoholismo no termina nunca y dura lo que la misma vida del enfermo. No se trata ya, como es natural, del tratamiento médico enérgico del principio, sino de un tratamiento psicológico y conductista prolongado.

Una vez separado el deseo inicial de beber, el alcohólico se enfrentará a otros problemas. Tendrá que salir del mundillo alcohólico en que ha vivido hasta entonces, tendrá que asumir una serie de responsabilidades que ha rehuido anteriormente, tendrá que recuperar la estima de sus familiares, amigos y compañeros y apartarse de los malos amigos que intentarán por todos los medios hacerle recaer.

En esta fase del tratamiento, el médico, tras montar el camino al enfermo, pondrá a éste en contacto con otros enfermos, con asociaciones de alcohólicos curados. La función del médico ya no la desempeñará el propio médico, sino el grupo. Los enfermos veteranos aconsejarán a los novatos, y éstos servirán a aquellos de recuerdo de lo que ellos mismos fueron antaño. Si se presentasen recaídas, el grupo orientará el individuo al individuo y convertirá el daño irremediable actual en eficaz experiencia para el futuro.

El enfermo, por su parte, durante toda la psicoterapia de grupo, tendrá que ser absolutamente sincero y luchar contra una parte de sí mismo, que encontrará cien mil disculpas y excusas para beber. A este respecto, recuerdo que un enfermo decía:
- Razones para beber, tenemos muchas; pero razón, ninguna.
Con el tiempo, el alcohólico arreglará su vida, encontrará nuevas aficiones y, sobre todo, se hallará a sí mismo. Ya no necesitará del grupo, sino sólo desde un punto de vista recreativo o cultural y para aconsejar a los recién llegados. Su médico entonces será él mismo, porque se habrá convertido en un hombre nuevo. No será sólo un hombre curado -un hombre que lleva gafas, como tantos otros-, sino que ante él se abrirá un panorama glorioso: se hallará por fin en la cumbre de la montaña.

Mientras el alcohólico no se haya transmutado en ese hombre nuevo, subsistirá un grave peligro de recaída. Sobre el enfermo penderá siempre la espada de Damocles del alcohol. Pero una vez regenerado, tal peligro desaparecerá casi del todo. Las ventajas de su nueva situación serán tales que le parecerá locura o suicidio probar una simple gota de alcohol.
El alcohólico que deja de beber nunca es igual que si no hubiera sido alcohólico jamás. Aunque parezca mentira, es mucho mejor porque es un hombre que ha descendido al infierno y ha conseguido luego su propio paraíso.